martes, 26 de octubre de 2010

Por una campaña nacional contra el trabajo precario

Escrito por Alfredo Fernández
concejal de Lomás de Zamora por el FPV

“Los trabajadores ferroviarios no cortamos las vías”. Esa fue la consigna que eligieron desde el oficialismo de la Unión Ferroviaria para llevar adelante una campaña hacia los usuarios cuando los trabajadores tercerizados en conflicto, respaldados por el Partido Obrero, cortaron las vías del Ferrocarril Roca como método de protesta gremial.

Además de colocar pasacalles con la consigna,  repartieron volantes que  firmaban como “los verdaderos trabajadores ferroviarios”, negando el carácter de tales a los tercerizados.

 La consigna y los argumentos fueron asumidos como razonables por muchísimos usuarios que consideraron que el corte fue un método de protesta excesivo. Sin embargo, a poco de analizarla, advertimos que tiene un profundo contenido discriminatorio. Al negarles a los tercerizados la condición de trabajadores ferroviarios, reafirma no sólo que en nuestro universo laboral existen trabajadores de primera y de segunda, sino además que esos trabajadores de segunda no cuentan con la protección o no están en la agenda central de las organizaciones que representan a los trabajadores de primera.

El modelo iniciado con el Proceso y profundizado en los noventa hizo de la precarización laboral y la desocupación uno de sus ejes centrales. Los gremios perdieron poder y la cantidad de trabajadores sindicalizados se redujo drásticamente, al tiempo que en las más diversas actividades florecieron  formas de contratación y tercerización que expresaban la creciente precarización del empleo.

A la defensiva y reducidos a su mínima expresión, la tendencia predominante de los gremios fue limitar el plano reivindicativo a los trabajadores sindicalizados, omitiendo las reivindicaciones de los precarizados o asumiéndolas sólo de manera tangencial. En términos culturales, el comportamiento de esas representaciones gremiales no difirió mayormente del verificado en la sociedad, donde la precarización laboral fue asumida  como una realidad inmodificable.

Se ha naturalizado que existan personas que, por ser contratados, no gozan de un conjunto de derechos, viven con la espada de Damocles del despido sobre sus espaldas y, por ende, están condenados a trabajar más para recibir una retribución menor. Un ferroviario tercerizado relataba que por $ 2.500 al mes trabaja muchas más horas y debe reponer mucho más durmientes que un ferroviario no tercerizado que gana $ 6.000  o 7.000. Esa situación, con mayor o menor diferencia de trabajo y de remuneración, se verifica en las más diversas actividades, sin que hubiera aparecido, hasta la muerte de Mariano Ferreyra, en la agenda inmediata de cuestiones a revertir para profundizar un modelo inclusivo y redistributivo de la riqueza.

Luego de la muerte de Mariano, Hugo Moyano señaló que “hay que combatir las causas que generaron el conflicto”, que las empresas tercerizan “para explotar al trabajador” y que “los sindicatos tendrían que cambiar”, asumiendo así el rol pasivo que han tenido los gremios frente a esas modalidades de degradación de los derechos laborales.

La no asunción por parte de las conducciones sindicales de las reivindicaciones de esos trabajadores está en la raíz del surgimiento de luchas que se dan por fuera de esas organizaciones. A nadie debería sorprender que fuerzas como el Partido Obrero encuentren terreno fértil, cuando esos trabadores son dejados huérfanos de representación por quienes deberían defenderlos. En un contexto de recuperación del movimiento obrero y de crecimiento constante de la cantidad de trabajadores sindicalizados, la muerte de Mariano deja de manifiesto que en muchas de las conducciones gremiales subsisten los mecanismos, las prácticas y las actitudes instaladas durante el neoliberalismo y que ha existido una notoria falta de reflejos para incorporar a esos trabajadores a su agenda de reivindicaciones.

 Es imprescindible una campaña nacional de movilización contra el trabajo en negro y la precarización, que debería tener un primer objetivo inmediato: reclamar ante el Congreso de la Nación que se sancionen proyectos de ley como el que presentaron los diputados Recalde y Piumato para que las empresas principales no eviten sus responsabilidades vía tercerización.

Los que cortaban la vía también son ferroviarios. Los cientos de miles de contratados, tercerizados o precarizados, también son trabajadores. Tuvo que morir Mariano Ferreyra para que empecemos a comprender que no podemos aceptar sin cuestionarnos que a algunos les toque en suerte ser trabajadores de primera y a otros, de segunda.

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