martes, 7 de junio de 2011

Estado de situación de la Salud en la Ciudad de Buenos Aires. Parte 1


Desde que asumió el 9 de diciembre de 2007 hasta la fecha, el gobierno PRO de Mauricio Macri ha logrado transformar al mejor sistema de salud de la República Argentina en un caos. Uno de los orgullos porteños era el de exhibir sus hospitales públicos como muestra de modernidad, de solidaridad, de eficiencia. Los equipos de salud y las instalaciones hospitalarias porteñas eran requeridos no sólo por las y los habitantes de la ciudad, sino también por compatriotas de todo el territorio nacional y en muchos casos por hermanos latinoamericanos provenientes de países limítrofes. En los informes de seguimiento de la gestión macrista que hemos realizado desde la Comisión de Salud del CEP, hemos remarcado una y otra vez los desaguisados cometidos por la ineficiente gestión del ministro de salud de Macri,  Dr. Jorge Lemus, y sus equipos de colaboradores. No vale la pena repetir todo lo ya escrito. Sólo puntualizaremos algunos aspectos recientes de la desastrosa gestión macrista en salud.
Durante el 2010 se continuaron registrando las dos falencias más importantes ya visibilizadas en años anteriores: la falta de insumos y de personal. Respecto a la primera, se puede decir que es la resultante de distintos y alocados sistemas de compra, que nunca pudieron ser implementados desde los niveles centrales y que terminaron por fracasar uno tras otro, dando por resultado el desabastecimiento hospitalario de insumos críticos. Con referencia al segundo punto, las promesas de incorporación de personal se dilató hasta límites impensados, llevando a directores de hospitales a promover el cierre de servicios ante la ausencia de médicos, anestesistas, personal de enfermería, etc. Desguace de equipos de salud, y de estructuras (Dirección de APS, por ej.) Otra novedad, que apareció con mayor crudeza durante el año en curso, fue la total pérdida de autonomía presupuestaria del sector salud frente al manejo discrecional de fondos que hace el Ministerio de Hacienda. En realidad el presupuesto de salud lo maneja el ministro Grindetti y no Lemus. Los pedidos de insumos y de personal no pueden ser resueltos desde el Ministerio de Salud ante la negativa de destinar partidas desde Hacienda. Recordar el decreto de Macri que “restringió” casi todo el presupuesto en el primer trimestre de 2009, motivo por el cual no se dispuso de presupuesto para ejecutar en muchas áreas.
El mejor ejemplo se da en el sector de Recursos Físicos de Salud, que es el encargado de planificar y ejecutar las obras de infraestructura requeridas por el sector. En el año en curso, Recursos Físicos de Salud no tuvo presupuesto para iniciar obras ni siquiera para efectuar reparaciones (Memo a los Directores de hospitales en marzo 2010). Los proyectos hospitalarios, en particular los de mayor envergadura, son manejados directamente por el Ministerio de Desarrollo Urbano en conjunto con el de Hacienda y a veces, directamente por la Jefatura de Gabinete de Ministros. En cualquier caso, la ingerencia de Salud es nula.
Las tres variables (falta de insumos, falta de personal y falta de obras) están llevando al colapso a todo el sistema de salud porteño. Hospitales que cierran servicios; hospitales que presentan fallas de funcionamiento; hospitales con infecciones intrahospitalarias que han costado vidas humanas; servicios que funcionan con riesgo para pacientes y para trabajadores; equipamiento médico obsoleto sin reparaciones ni recambio, lo que obliga a posponer o directamente suspender turnos; reutilización indebida de servicios de guardias como sala s de internación: reutilización indebida de unidades de terapia intensiva como salas de control postquirúrgico.
A este nefasto panorama debemos agregarle otras decisiones tomadas en el área de salud que resultaron ineficientes, como por ejemplo: (1) la falsa mudanza del Ministerio de Salud, que consistió en realidad a un traslado de los equipos médicos de conducción central a un edificio destinado al SAME, dejando a los equipos de conducción económica del sistema en el histórico edificio de Carlos Pellegrini 313, cercanos a los resortes del poder de Grindetti; (2) los sobreprecios en obras hospitalarias ejecutadas por firmas “amigas”  (eufemismo por no decir propias), como por ejemplo las hechas por Calcaterra (primo de Macri) en el Santojanni; (3) la marcha atrás en el revolucionario “master plan” de salud mental que anunció con bombos y platillos el ministro Lemus y que jamás pudo siquiera comenzar a ejecutar; (4) el desguace de los programas sociales vinculados a salud, como por ejemplo las articulaciones con deportes, educación, desarrollo social y salud reproductiva; (5) el abandono de la promesa de campaña  del hospital de Lugano, transformada en un pobre salita de primeros auxilios.
Un capítulo aparte lo constituye el abandono de los históricos compromisos asumidos por la Ciudad Autónoma de Buenos Aires en referencia al funcionamiento del hospital Garrahan. Durante años anteriores el gobierno macrista retaceó hasta el límite de lo indecible los aportes que le corresponde por la ley fundacional de esa unidad ejemplo nacional e internacional de la pediatría. Pero este año colmó toda expectativa de asombro al anunciar recientemente, a través de su ministro Lemus, que retirará los fondos de la ciudad al Garrahan, basándose en que los pacientes no son porteños. Xenofobia, racismo, insensibilidad social, falta de solidaridad, incumplimiento de pactos preexistentes, mezquindad, cálculo electoralista, desprecio por los pobres y por los pibes…Nos faltan adjetivos para calificar este accionar.
Pero no todo es desidia e ineficiencia, esta impresentable gestión macrista en salud apuesta a ser eficiente en otros terrenos, y nunca mejor utilizada la palabra “terrenos”. Desde inicios de este año, precisamente a partir del 4 de febrero,  y en base a la Resolución 35 de la Jefatura de Gabinete de Ministros decidió, aparentemente sin intervención del ministro Lemus ya que no firmó la Resolución, el cierre definitivo de tres hospitales del sistema estatal de salud porteño: el de enfermedades infecciosas Muñiz, el de gastroenterología Udaondo y el de enfermedades respiratorias Ferrer, y su reemplazo por una mega obra de corte faraónico a un costo de  172 millones de dólares, la que será llevada a delante por la empresa Techint SA. Desde luego que este no fue el primer intento, y de no producirse la derrota electoral del macrismo en el 2011 no será el último. Ya lo intentaron con el hospital oftalmológico Lagleyze, y con los neuropsiquiátricos Borda y Moyano. En todos los casos, detrás de estas barrabasadas sanitarias, se esconden pingues negocios inmobiliarios motorizados por el propio Mauricio Macri y sus adláteres Marcelo Chain y Nicolás Caputo.


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